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Cómo controlar las afecciones crónicas a través de las etapas del Parkinson

Woman helping elderly woman in pain

Aunque para cada persona con la enfermedad de Parkinson (EP) los síntomas y el ritmo de progresión son distintos, tienen un mayor riesgo de desarrollar ciertas afecciones crónicas. Sin embargo, los cambios asociados a las enfermedades crónicas tienden a producirse lentamente y suelen ser manejables. El conocimiento de estas afecciones puede ayudarle a tomar medidas para lograr los mejores resultados a largo plazo.  

El siguiente artículo se basa en una “Charla con expertos” de la Parkinson's Foundation acerca del manejo de múltiples condiciones crónicas en la EP, presentada por la doctora Christina Swan, profesora adjunta de ciencias neurológicas y directora de la especialidad, División de Trastornos del Movimiento, Rush University Medical Center, un Centro de Excelencia de la Parkinson’s Foundation. 

Cómo avanza el Parkinson

El Parkinson es una enfermedad progresiva influida por una pérdida creciente de dopamina (una sustancia química del cerebro, fundamental para el movimiento del cuerpo y más) y desequilibrios en otras sustancias químicas cerebrales, incluyendo:  

  • La acetilcolina, que puede influir en la memoria y el pensamiento (cognición).  

  • La norepinefrina y la serotonina, relacionadas con la fatiga diurna y los trastornos del sueño. 

  • Un nivel bajo de serotonina también puede aumentar la depresión y la ansiedad (a menudo tratables con éxito en la EP). 

Etapas iniciales del Parkinson

Los movimientos lentos, el temblor y la rigidez muscular son síntomas motores característicos del Parkinson. En los primeros cinco años del diagnóstico, los medicamentos que sustituyen a la dopamina, como la levodopa, suelen dividirse en tres dosis diarias para proporcionar un control constante de los síntomas. 

A medida que cambian los síntomas y las necesidades, usted y su equipo de atención médica pueden explorar ajustes de la medicación, cambios en el estilo de vida y otras opciones de tratamiento. Aunque la levodopa puede mejorar muchos de los síntomas motores de la enfermedad de Parkinson, por lo general no trata síntomas no motores de la EP.   

El estreñimiento, debido a cambios en las señales nerviosas del intestino, es frecuente antes y durante el curso de la EP. Puede causar dolor de estómago, hinchazón y náuseas y podría ralentizar la absorción de medicamentos. Para aliviar el estreñimiento, haga ejercicio con regularidad, intente beber entre 48 y 64 onzas de agua al día y siga una dieta integral rica en fibra y vegetales, junto con ciruelas pasa y hojuelas de salvado. 

Cuando los cambios en la dieta y el estilo de vida no son suficientes, su médico puede recomendar suplementos de fibra, ablandadores de heces, laxantes o medicamentos con receta o mandarlo con un gastroenterólogo (especialista en digestión). 

La EP intermedia

Después de vivir con la EP durante algún tiempo, es posible que se necesite una dosificación más frecuente de levodopa o agregar otros medicamentos. Esto puede denominarse etapa 3 del Parkinson. Una persona con la EP intermedia puede experimentar: 

  • Discinesia: movimientos involuntarios, erráticos y de retorcimiento de la cara, los brazos, las piernas o el tronco en respuesta a la levodopa.  

  • Hipotensión ortostática neurogénica: presión arterial baja relacionada con la EP, identificada por un descenso de más de 20 puntos al levantarse. La presión arterial baja puede provocar fatiga, mareos, pérdida de conciencia y caídas y puede afectar a la memoria a corto plazo.  

Para tratar la presión arterial baja:

  • Beba un mínimo de 32 onzas de líquido al día, lo que puede aumentar la presión en todo el cuerpo.  

  • Utilice medias de compresión por encima de la rodilla para evitar que la sangre se acumule en las piernas. 

  • Hable con su médico acerca de aumentar la sal en la dieta para ayudar a su cuerpo a absorber más humedad. Su médico también podría recomendar ciertos medicamentos, como la fludrocortisona, que ayuda al organismo a retener sal y agua o la midodrina o la droxidopa, que ayudan a aumentar la presión arterial. 

La EP avanzada

Después de vivir con Parkinson durante 10 años o más, las personas pueden experimentar discinesias más molestas y el efecto de la levodopa puede desaparecer más rápidamente o a veces no funcionar en absoluto.  

Los cambios al tragar (disfagia) en la EP avanzada pueden hacer que sea difícil tomar medicamentos, causar tos al comer o beber, provocar pérdida de peso, asfixia o aumentar el riesgo de neumonía por aspiración, una complicación que resulta cuando entran alimentos o líquidos en las vías respiratorias o los pulmones.  

Para atender los problemas de deglución:

  • Hable con su médico sobre la posibilidad de ver a un patólogo del habla y el lenguaje, un profesional de la salud especializado en evaluar y tratar problemas para hablar, tragar (deglución) y otros más.  

  • Su patólogo del habla y el lenguaje puede recomendarle un dietista, un especialista en nutrición que puede ayudarle a modificar la dieta para que sea más fácil tragar y así reducir la pérdida de peso. 

  • Chupar caramelos duros puede estimular la deglución y ayudar a eliminar la acumulación de saliva; las inyecciones de toxina botulínica pueden reducir la producción de saliva para adaptarse a la deglución más lenta de la EP; las gotas orales de atropina también pueden reducir la saliva, pero pueden causar confusión en la población de edad avanzada. 

Caídas y problemas de equilibrio

El riesgo de caídas aumenta a medida que avanza el Parkinson. Las caídas pueden provocar fracturas y hemorragias (especialmente peligrosas para las personas que toman anticoagulantes) y son una causa importante de hospitalización en la EP.  

Los problemas de equilibrio, arrastrar los pies o la congelación de la marcha (la incapacidad temporal para moverse) son habituales factores de riesgo de caídas. Para manejar la congelación de la marcha, utilice: 

  • Una postura amplia y dé grandes pasos. Los terapeutas certificados en Parkinson de LSVT BIG están formados para ayudar a mejorar la marcha. 

  • Las ayudas visuales, como la cinta adhesiva para pintar o un apuntador láser, pueden ayudar a la persona a visualizar el paso por encima de una línea para maximizar el movimiento. 

Los efectos secundarios de la medicación, como somnolencia y confusión, visión doble relacionada con la edad (con la distancia) y visión doble relacionada con la EP, pueden aumentar el riesgo de caídas. El riesgo de caídas puede ser mayor por la mañana, antes de que haga efecto la medicación contra el Parkinson.  

Para minimizar el riesgo de caídas:

  • Comparta los síntomas con su neurólogo y esté atento a cualquier problema con cambios en la medicación. 

  • Manténgase activo, haga ejercicio con regularidad y considere la fisioterapia, que ayuda a las personas con la EP a mantenerse móviles.  

  • Vea a un fisioterapeuta o terapeuta ocupacional, que también puede recomendar dispositivos de ayuda para la movilidad, como un Rollator, una andadera o un bastón.  

  • Mantenga los dispositivos de ayuda para la movilidad cerca de la cama para ir al baño por la noche. Un cómodo junto a la cama también puede reducir el riesgo de caídas. 

  • Acuda a su oftalmólogo o busque un neurooftalmólogo (especialista en problemas de visión relacionados con enfermedades neurológicas) con regularidad para detectar alteraciones visuales.  

  • Organice su hogar y retire los muebles que no utilice para reducir el riesgo de tropiezos. 

Problemas médicos crónicos y la EP

Cada año se diagnostica la EP a 90,000 personas en los EE.UU. La edad promedio del diagnóstico es de 60 años. Esto los pone en riesgo de tener otras afecciones médicas frecuentes relacionadas con la edad, como son: 

  • Enfermedades cardiovasculares, que provocan más de 800,000 infartos anuales en los EE.UU. 

  • Artritis, que afecta a más de 1 de cada 4 adultos en los EE.UU. y puede producirse en articulaciones grandes, como las caderas o las rodillas, o en la columna vertebral, y puede aumentar aún más el dolor, el entumecimiento y la rigidez en una persona con Parkinson.  

  • Osteoporosis, que disminuye la densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas con las caídas. El ejercicio, la fisioterapia y la medicación para la baja densidad ósea pueden ayudar. 

Diabetes

Diagnosticada a 1.2 millones de personas en los EE.UU., la diabetes puede dañar órganos, vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas, provocando neuropatía (entumecimiento) en los pies y otras partes del cuerpo. Junto con los cambios diabéticos en la visión, la neuropatía puede aumentar los problemas de equilibrio de las personas con la EP.  

Un nivel continuamente elevado de azúcar en sangre puede afectar la memoria y el pensamiento, al igual que los cambios cerebrales del Parkinson. Tenga en cuenta que:  

  • Los exámenes regulares de los pies para detectar neuropatías, un control cuidadoso del azúcar en sangre, el monitoreo periódico de la función renal y el ejercicio constante pueden ayudar a detectar y controlar la diabetes en una persona con la EP. 

  • La diabetes puede dañar los riñones. Los medicamentos habituales utilizados en el Parkinson, como la amantadina y la gabapentina, son procesados únicamente por el riñón. Es posible que deban ajustarse o eliminarse en alguien que también tenga diabetes. 

Evitar interacciones medicamentosas

Colabore con su equipo médico para coordinar la atención y compartir información entre especialistas para garantizar que todos tengan un cuadro de su tratamiento médico, incluyendo los medicamentos recetados y las posibles interacciones. 

Por lo general, los medicamentos para el Parkinson tienen un bajo riesgo de interacción. A tener en cuenta:  

  • El hierro puede disminuir la absorción de la levodopa.  

  • Medicamentos como la metoclopramida (para tratar el vaciado lento del estómago en la diabetes) o la proclorperazina, pueden bloquear los receptores de dopamina y empeorar los síntomas de la EP. 

  • La rasagilina y la selegilina, inhibidores de la monoaminooxidasa B (MAO-B), utilizados en el tratamiento de la EP, pueden interactuar con medicamentos para la tos y los resfriados, como Sudafed, dextrometorfano o fenilefrina, provocando una peligrosa hipertensión arterial.  

  • Algunos antidepresivos, como la mirtazapina, también pueden interactuar con la rasagilina y la selegilina elevando la presión arterial. 

Aprenda más 

Para descubrir más acerca del manejo de la salud en la EP, explore estos recursos:

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