Mi historia con EP: Monica Rebellato
Soy Monica, de Montevideo, Uruguay y tengo 59 años. Tengo 15 años de diagnostico. Comencé sintiendo dolor en el hombro izquierdo y mis dedos se trancaban al escribir en la computadora. Soy escribana; por lo tanto, se me dificultaba trabajar.
Pasé por varios especialistas y nadie me encontraba nada. Me diagnosticó un médico de medicina general, quien me dijo “Tenés Parkinson”. Mi cara se debe de haber transformado, porque el médico me abrazó y me dijo: “Vas a estar bien, hoy en día hay mucha cosa.”
Primero sentí un alivio: ya sabía lo que tenía. Pero ¿Parkinson? ¡Es una enfermedad de adulto mayor! Estaba casada con mi segundo esposo. Yo tenía dos varones de mi primer matrimonio y él dos nenas. Creo que demoré mucho tiempo en caer en la realidad. Comencé a leer todo lo que encontraba en google. Recuerdo que yo decía “Esto a mi no me va a pasar.” Me sentía tan bien. ¡Los síntomas recién empezaban!
Como dije, era escribana pública y la exigencia de mis clientes, la responsabilidad de la documentación, me resultaban muy estresantes. Bien sabemos que el estrés y lo emocional empeoran muchísimo nuestro Parkinson. Trabajé cinco años más y me jubilé. Quería hacer cosas a favor de la enfermedad, no en contra, como el estrés. Comencé hidrogimnasia, cerámica, crochet y tomé clases de tango. Nunca en mi vida pensé que bailaría tango alguna vez y menos que se iba a convertir en mi pasión.
Lamentablemente, esta pandemia me obligó a alejarme de mis actividades. Hasta marzo de 2020, tomaba clases de tango e iba a una milonga por lo menos una noche por semana. Hoy, espero ansiosamente para volver. No sé si he aceptado lo que llegó a mi vida, pero trato todos los días de pensar cada vez menos en mi cuerpo, que se había vuelto el centro de todo. Mis hijos fueron mis maestros. “Basta mamá, hay otra vida además del Parkinson”. Y es verdad.
Me divorcié y hace siete años que vivo sola. Eso me obliga a tratar de que no me falten alimentos en la heladera, que no me falten mis medicamentos, que mi ropa esté ordenada y limpia, lo mismo que mi casa. Como parkinsoniana, soy exigente conmigo y con los demás. No me gusta tener cosas desordenadas alrededor, así que aun en off, ordeno mi casa; “casa ordenada, mente centrada”. Cuando estoy bien, salgo, hago mis mandados, camino y cuando estoy en off, me quedo en casa esperando que pase.
No es fácil soportar un off rígido sola, pero lo prefiero así antes que hacer sufrir a mis hijos, que son la luz de mis ojos. Hace poco se casó mi hijo mayor y eso es lo que me motiva a seguir, disfrutar de la felicidad de ellos y ver crecer a mis nietos.
Noches en vela me llevaron a la conclusión de que nos ayuda la meditación, la calma, la música, la danza y el agradecer. Agradecer por lo que tenemos y no llorar por lo que nos falta, porque siempre es mucho más lo bueno que tenemos.
El poema “no te rindas” de Mario Benedetti tiene como tema la esperanza y una actitud positiva frente a la vida:
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero. (Benedetti)